Arq. Vicente Vargas Ludeña 20/04/2015
En el hemisferio occidental, desde Canadá hasta la Patagonia,
todavía se perciben en la atmosfera geopolítica las partículas de “pólvora” que
dejó la batalla política y doctrinaria más combativa que se ha realizado en
estos quinquenios entre las fuerzas de la derecha contra las fuerzas de
izquierda. Ninguna duda cabe que hubo una batalla incruenta, de las tantas que
históricamente libra el Sur contra el Norte; como la actual, en el encuentro de
la Vll Cumbre de Presidentes en Panamá.
Los encuentros de esta naturaleza realizados, hasta ahora, han
sido útiles para el Imperio e intranscendentes para los demás Países. Siempre era
la ocasión para reafirmar el carácter neocolonial de la región. Había una sola
voz, un solo amo. Consecuentemente servían para: conocerse los Presidentes,
posar para la foto familiar y agregar algún elemento rosa al encuentro. Nada más.
Porque la agenda diseñada para estos eventos por el Departamento de Estado de
EE. UU., traía el mismo discurso light: democracia, libertad de prensa y
derechos humanos y algún otro considerando retórico. Todos los asistentes
firmaban, luego aplaudían y se marchaban. Los gobiernos de aquellos tiempos
estaban acotados al mismo entorno burgués y con funciónes de cipayos;
además recortados con el mismo estilete,
reduciéndolos a la misma estatura: moral, ideológica y política. Los grandes
medios, actores fundamentales también combatientes de estas batallas
ideológicas, monopolizaban la información, y direccionaban los resultados. Ese
maridaje prensa-política hegemónica, terminaba titulando “consenso unánime” en
el encuentro.
Fue Hugo Chávez Frías que prendió la chispa que está
incendiando la pradera. En Mar del Plata, Argentina, se dio la primera gran
batalla: mandando “Al Carajo Al ALCA”; pócima letal para estos pueblos,
diseñada en los laboratorios del Norte. Desde aquella victoria, nunca más serán
las Cumbres las mismas.
La batalla de Panamá, sería la segunda que se da entre los
mismos actores -diría los mismos enemigos: derechas contra izquierdas-.
Retumbaron igual los tambores de guerra y el chasquido de espadas blandiendo
aires soberanos contra el imperio; y una cofradía de Presidentes sumisos y
oligarquías rabiosas.
La derecha continental llegó a la batalla de Panamá con todos
sus arrestos, sus generales y remisos adiestrados para la lucha. El comandante
supremo de campo seria el emperador Barak Obama; oficiales sin rango, fueron
los tristemente celebres ex Presidentes de Latinoamérica que se atrincheraron
en un lujoso hotel para presentar un documento de condena a Venezuela, sus
parafernalias auguraban una atronadora victoria. Más, sus papeles fueron los de
una pandilla conformada para extorsionar; en consecuencia los resultados se
volvieron un desastre, una derrota; ningún mandatario en ejercicio, se prestó
para llevar al seno de la Cumbre el mamotreto elaborado. La derecha fascista
cada vez pierde batallas. Sencillo, el ejercito de Ex Presidentes era una
constelación de malandros, mediocres y fracasados; la lista de estos
esperpentos avergüenza a la región. Basta una mirada atrás y encontraremos
corrupción, desolación, incapacidad y muerte. Solo a guisa de muestra menciono
a Felipe Calderón, su gobierno sembró muerte y narcotráfico, transformándolo en
un Estado Fallido a su País, México; Vicente Fox es impresentable, con toda
propiedad, Chávez lo tildaba cachorro del imperio. Que se puede rescatar de
sonrisa de asno, J. M. Aznar -siempre
con el perdón del jumento- y su asqueroso papel
de pajecillo, de Bush y Blair en la agresión a Irak; y su gobierno en
España podrido hasta el tuétano. De los ecuatorianos Osvaldo Hurtado y Lucio
Gutiérrez hay mucho que decir, pero a estos personajes, mejor se los desprecia
ignorándolos; sin embargo propongamos algunas de sus cualidades innatas: Hurtado
es repulsivo hasta en su propio espejo, predicador de catecismos metafísicos
que jamás pudo aplicar, cuando por tragedias humanas, le correspondió asumir el
Gobierno, nunca ha ganado unas elecciones; Gutiérrez es la encarnación de la
felonía y el retardo mental. La escuela militar por donde pasó, modificó un
humano en proceso, en un perfecto antropoide eficiente. Cada ex Presidente que
firmó el documento de marras tiene un prontuario delictivo antológico. Las
preguntas que racionalmente se haría cualquier persona saltan y se vuelven
evidencias: ¿Qué autoridad ética, moral y política tienen este atado de
mangantes para pedir condena y sanciones al Gobierno de Venezuela? ¿Quién los
financia? ¿Hasta dónde son capaces de dar batalla para impedir la conquista de
la independencia, soberanía y autodeterminación para los pueblos que ellos en
maldita la hora gobernaron?
La tropa que la derecha llevó para el enfrentamiento, merece
también su antología de rabiosa trayectoria: verdaderos terroristas, agentes de
la CIA, gusanera miamera cubana, disidentes a sueldo y mercenarios. Las mismas
estirpes peregrinaron desde Miami, Venezuela, Ecuador y otros Países, con
los mismos propósitos: incendiar los foros alternativos, sabotear los
debates y victimizarse de las “tiranías” que los persiguen, y que se están
multiplicando en América Latina. La presencia de remisos y agentes en el campo
de batalla –en la guerra todo está permitido- llegó a niveles de grosera
insolencia global: exhibieron como ariete, amenaza y trofeo al agente de la CIA
que ordenó en Bolivia el asesinato del guerrillero heroico “EL CHE GUEVARA”.
También le pusieron rostro de mujer a la lucha: dos señoras venezolanas,
bregaban por ser imagen en los medios, representaban a sus maridos encarcelados
por “demócratas y luchadores de la libertad”, según sus palabras y gestos, porque
en Venezuela están negadas por la “tiranía” de Maduro. Todos estos personajes
salieron derrotados por las armas de destrucción masiva: la historia y la
verdad.
Pero la derecha tenía su general de todas las estrellas del
firmamento: al Presidente de los Estados Unidos. De él esperaban por su poder
mundial del destino manifiesto, la sumisión y la venia de todos los
Presidentes. Paro nada de eso sucedió. Su intervención, mando y sus lides
fueron episodios pírricos. Terminó aceptando que la historia le apasiona, pero
ese no era el lugar para esa materia; que la democracia, los derechos humanos, la
libertad total, sin límites, universal en su País prevalecen, pero que, con
frecuencia caen en profundos pozos oscuros. Con ese circunloquio sintético,
ambiguo, de tono solo protocolar, debemos comprender las trapacías que su
imperio provoca en el planeta. Igual que los otros ex Presidentes -autores del
bodrio contra Venezuela- se enjuaga las manos y asume el papel de Júpiter
tonante, juzgando y torciéndoles el brazo al que se aparta de los decálogos de
los Dioses del capitalismo. Alguna vez escribí: Barak Obama nació negro y
ejerce el poder del blanco, Michael Jackson nació negro y murió blanco. Matices
del color.
Los gobiernos independientes y celosos de la soberanía de sus
naciones, han dejado honda huella en la Batalla de Panamá por que han
enfrentado al emperador en su propio lenguaje y lo han encarado en sus
perpetuas hipocresías. Si en el pasado todo era uniforme y lineal con las
Naciones del Sur. Ya no es así, hoy. Algunos Países han diseñado su propia
geometría; ya no son parte del mismo círculo periférico con el imperio en el
centro y satélites orbitando a Washington. Cada País desea y busca construir su
propia estructura nacional, en mancomunidad, pero no en dependencia. Ese activo
político y moral, los gobiernos que buscan la equidad lo defenderán en
cualquier batalla. La izquierda del Sur cada vez evoluciona hacia el
futuro incorporando combatientes leales
con una sola causa: cambiar la realidad social, política y económica de estos
pueblos humillados y ofendidos.
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