jueves, 6 de noviembre de
2014
Arq. Vicente Vargas
04-11-2014
La
grotesca postura de Estados Unidos y sus satélites imperiales –Europa
abanderando- en su frenética y dislocada carrera para detener su
derrumbe, nos enseña muchas lecciones que desde lo general-global hasta lo
particular-local, permite explicar fenómenos políticos casa adentro. Pero es
necesario, aquí, un brochazo del panorama mundial. G. Lukács sostenía que el
pueblo más ignorante, en política, manipulable, indiferente y supremacista: era
el alemán. Conocemos demasiado, donde y como terminó después de la Segunda
Guerra Mundial. Hoy, sin hurgar demasiado, este perfil lo encontramos en la
sociedad estadounidense con todo su esplendor. El modelo democrático tan
aplaudido desde A. de Tocqueville hasta algunas décadas atrás, se desquicia
como ruinoso edificio por fallas en sus cimientos, ya se ven ciudades ayer
esplendidas, hoy en fuga. El modelo nos demuestra que el Estado-nación
creado por sus patricios, ahora, se aleja más del espíritu del hombre. El
Estado y el individuo son dos entidades distintas e incompatibles. El concepto
contemporáneo de Estado que el Imperio se empeña en refundir y su nueva
estructura ha trastocado el espíritu de Rousseau, y al más ilustrado politólogo
lo deja sin argumentos; la construcción del Nuevo Orden Mundial que las élites
se han propuesto construir no requiere del ciudadano, le bastan las megas
corporaciones para montar una nueva estructura social, económica y política.
Esas élites están compuestas por el enorme poder militar, financiero, think
tank, sin faltar el supra mundo religioso y cualquier otra superchería. El
Nuevo Orden está signado por el carácter fascista que necesariamente debe
adoptar el sistema para agredir, conquistar, masacrar y practicar todos
los “cidios” destructivos de lo humano.
La
historia no borra el pasado, al contrario lo refresca cuando asoman parangones
de holocaustos que poderes apocalípticos diezman a la humanidad; en la Segunda
Guerra Mundial importantes sectores económicos e industriales de Estados Unidos
apuntalaron sin reproche ni escrúpulo alguno el aparato de guerra de Adolf
Hitler. Hoy engendran, financian, arman a supuestos enemigos
fundamentalistas islámicos para justificar la agresión planetaria, en plena
ejecución. En Ucrania reverdecen los nazi-fascistas aupados por el Imperio para
que abran una cabeza de playa en prontas guerras contra Rusia.
Esta
sinopsis de incertidumbre, de miedo pasado, presente y por venir debe ubicarnos
geográficamente, y el papel que nos asigna el Nuevo Orden. El dilema que
algunos analistas simplistas hablan de derechas e izquierdas en el momento
actual es irrelevante. Los tiros no van por ahí, el retumbante cañón es:
HUMANISMO O FASCISMO. Cruel dicotomía ya vivida en el siglo pasado, y replicada
en el presente, sin diagnóstico definitivo por no poder prever la magnitud de
la hecatombe; EE. UU. hizo probar al mundo su feroz fascismo nuclear en
Hiroshima y Nagasaki. Es decir: VIDA O MUERTE; ahora lo testimonian Libia,
Irak, Siria, Ucrania… etc. Entonces ¿Cuánto, una región o un pequeño País puede
sopesar en ese “Juego de Tronos” de los Imperios? Mucho, si sus líderes y la
sociedad eligen: la soberanía, la independencia, la verdadera democracia y la
libertad, con todo su relativismo; y nada, o más bien destrucción y miseria si
se vuelven útiles y serviciales a los centros de poder mundial como lo han
hecho históricamente las burguesías locales.
Varios Países de la Región bregan con severas dificultades y
amenazas por la construcción de Patrias libres de toda forma de
colonialismo y dependencia: Ecuador, Bolivia, Venezuela entre otros han
iniciado la marcha hacia la definitiva y segunda independencia. Sin embargo, la
carta de navegación se bifurca, con rutas inciertas, borrascosos océanos, como
desconocidos puertos de llegada. Al fin, el cuerpo social, político y económico
no está saneado; muchos tripulantes son náufragos y vienen del cascaron de la
vieja y corrupta nave que sucumbió hace pocos años. Todo esto constituye un
pesado lastre y una venenosa ponzoña en la vida de las naciones libertarias. Es
obligatorio agregar: las amenazas permanentes del águila imperial de someter a
las naciones y hegemonizar con todas sus garras, cada vez, más radicalmente
fascistas; aunque un Negro Nobel o un Blanco Evangélico, también de
mierda, habite la Casa Blanca.
No hay comentarios:
Publicar un comentario