miércoles, 28 de enero de 2015

ESTADOS  CRIMINALES

Arq. Vicente Vargas Ludeña                                                                 27-01-2015

En el momento actual resulta complejo diferenciar la lucha política del crimen corporativo y sus actores. Cada evento sociológico, económico político jamás se parece al pasado, tampoco tienen uno y mismo origen, así como múltiples formas de expresión en el mundo real. Casi adquieren formas fractales, como una gota de tinta que cae en un vaso de agua termina diluyéndose en una sola mancha de color.
Las hegemonías imperiales -EE. UU. como guía-, se han refugiado en el crimen corporativo. Todas las relaciones de poder nacen y se desarrollan aquí. Noam Chomsky tiene una acertada clasificación de los Estados criminales: Canallas, Forajidos, Fallidos, Peligrosos y Mercenarios. Al contrario del crimen callejero que nace en las promiscuidades de la miseria y la pobreza, el crimen corporativo es una superación académica, técnica y de muy sofisticados procedimientos; incluso,  de las tradicionales y poderosas “mafias” italianas, ahora globalizadas en el reluciente negocio de armas y narcotráfico. Las grandes corporaciones financieras, petroleras –Chevron por ejemplo- mercantiles, políticas, religiosas se esconden tras fachadas de refinada tecnología, de ensordecedoras estructuras mediáticas y de enorme poder de fuego militar o paramilitar. Los atracos financieros globales, llamadas crisis económicas, son actos criminales porque frustran el bienestar y condenan a  muerte a la población desvalida; muchos eligen el suicidio como escape al infierno de sus vidas.
El imperio encabezado por el gendarme mayor, EE. UU. después de la caída de la URSS, ha demostrado con fehaciente eficiencia su rol en el Nuevo Orden Mundial. Las fechorías criminales a nivel planetario son de  refinado genocidio hitleriano. El destino manifiesto esgrimido para justificar su tarea asesina, combina el bien con el mal; el miedo y el valor; la riqueza y la miseria y la manoseada consigna de libertad y democracia.
El análisis detallado de los Estados dado por Chomsky, aquí resultaría largo y tedioso. Pero, si imaginamos una pirámide de los Estados criminales y genocidas; la cúspide de ese triángulo la ocupa sin parangón, Estados Unidos; el segmento alto y medio le corresponde a los súbditos de la OTAN. En los planos inferiores y en la base están los fallidos, los mercenarios y los forajidos. Estados del hemisferio occidental como Colombia y México, cuyos portafolios aparecen en las revistas del dinero en señal de sus cercanías al primer mundo, nadie duda de sus éxitos narcos con todos sus efectos colaterales criminales. Tampoco  su ubicación en la pirámide está en duda.
El imperio ha creado sus propios injertos sacados de su misma piel en los Países y regiones débiles política, económica y militarmente. Estos han mutado a engendros que devoran cuanto a su paso se encuentre, incluida a su propia matriz de donde provienen: Gobiernos, Instituciones, Patrimonios, Culturas etc. Apelando a la hermenéutica para diferenciar entre revolucionario, patriota, combatiente por la independencia, libertad, igualdad, democracia verdadera; y grupo criminal que nace al amparo de los valores antes mencionados, se han erguido como portaestandartes del consumo y la riqueza.
 Los Think Tank del Nuevo Orden Mundial crearon el miedo de proporciones apocalípticas. El 9/11 del Wlord Trade Center es una cualificada y exitosa explosión de pánico global auto infringido. Se debe recurrir a la semiótica de la palabra para que se codifique en la conciencia colectiva, y se llamará de aquí en adelante: Terrorismo, y a sus actores terroristas sin más distinción contra quien combatan o a quien defiendan. Aquí cabe otra categoría: grupos mercenarios a órdenes de potencias extranjeras; Colombia, El Salvador y otros Países de Centro América son buenos proveedores de estos servicios. Entonces, el Plan está diseñado: existen los recursos, las armas, los Países, y las victimas ahí están. Adelante con él.
Las prácticas de terror en la lucha por  la independencia, la libertad y la autodeterminación de una Nación de las férulas imperialistas, de Estados  depredadores, hegemónicos o potencia extranjera son perfectamente legítimas. El Estado de Israel tiene sus fundamentos de lucha, en la mitad del siglo pasado, en el terrorismo sionista; su figura rutilante del terrorismo independentista fue el precursor del actual Estado: Ben-Gurion. Hoy, es una grosera paradoja: Israel portaviones del Imperio, es un baluarte “antiterrorista” en casa,  pero tutor en otros territorios. Utilizar el terrorismo como argumento para justificar las políticas expansionistas, dominantes y depredadoras, es sencillamente un crimen universal.
 Los Estados canallas, criminales no pueden aportar más que dolor y muerte. Estados Unidos ha enarbolado la bandera de crímenes y genocidios, destrucción, desánimo, anulando cualquier esperanza en los pueblos, en nombre de prostituidas monsergas: libertad y democracia. Afganistán, Irak, Libia, Siria; de África entran y salen cometiendo crímenes abyectos; estas  son vividas realidades contemporáneas. Entonces, desear, emprender en la lucha por la destrucción de ese monstruo es más que legítimo. Es necesariamente urgente.
Los “combatientes” islamistas, yihadistas, daesh, Estado Islámico etc., se han multiplicado por el mundo,  cual enjambre; la coyuntura de poder en Medio Oriente, en manadas o en solitario, ha permitido a estos grupos una oportunidad inigualable para sus propósitos: enriquecerse y desbordar sus reprimidos instintos vesánicos.   Ya dijimos antes, estos grupos son salidos de la misma piel del Imperio; y desde ese momento se vuelven despreciables, son simples mercenarios: son grupos criminales al servicio de intereses geopolíticos. Son una composición heterogénea de nacionalidades, concepciones particulares de su fe religiosa, visiones distorsionadas de la realidad posmoderna, falta de una estructura de Estado-nación, delirantes de una geopolítica  trasnochada -Sueños del Gran Califato-; visión pastoril del mundo y aberraciones infamantes de la sociedad. No puede encontrarse una selección humana tan versátil para los propósitos del Imperio: jóvenes, fanáticos, diestros en manejo de armas, dispuestos a morir por lo que jamás comprenderán, faltos de educación, salidos de los callejones de la pobreza, adocenados por una fe irracional por esencia y una doctrina cosificante como es el Corán igual principio puede decirse de ese mamotreto llamado Biblia para los cristianos. Este testimonio de un reportero que le tocó presenciar en el frente de guerra en Siria es alucinante: los cadáveres resultados de los combates, cuando los soldados del ejército sirio los revisaban encontraban que la ropa interior de estos fanáticos era lencería europea -bragas y brasiers (calzones y sostenes)-. La explicación y justificación que daban los expertos era que más allá de su muerte, el paraíso los espera, en consecuencia ahí estarán las doncellas, las ninfas y una corte celestial de vírgenes para el eterno placer.

Independiente de su mundo libidinoso y angelical, son grupos criminales porque carecen de objetivos políticos inmediatos, no existe la noción de Estado, viven en la etapa tribal, no conocen la utilidad ni funciones de las Instituciones modernas. En Libia fueron excelentes peones del Imperio en la destrucción del País y muerte de Kadafi. Después de cumplida la misión criminal, abandonaron ese lugar para instalarse en Siria. Resultado: Libia sigue sangrando sobre sus ruinas. Luego se desplazarán dejando sus restos donde los requieran los amos del mundo.

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