ESTADOS CRIMINALES
Arq. Vicente Vargas Ludeña 27-01-2015
En el momento actual resulta complejo diferenciar la lucha
política del crimen corporativo y sus actores. Cada evento sociológico,
económico político jamás se parece al pasado, tampoco tienen uno y mismo
origen, así como múltiples formas de expresión en el mundo real. Casi adquieren
formas fractales, como una gota de tinta que cae en un vaso de agua termina
diluyéndose en una sola mancha de color.
Las hegemonías imperiales -EE. UU. como guía-, se han
refugiado en el crimen corporativo. Todas las relaciones de poder nacen y se
desarrollan aquí. Noam Chomsky tiene una acertada clasificación de los Estados
criminales: Canallas, Forajidos, Fallidos, Peligrosos y Mercenarios. Al
contrario del crimen callejero que nace en las promiscuidades de la miseria y
la pobreza, el crimen corporativo es una superación académica, técnica y de muy
sofisticados procedimientos; incluso, de
las tradicionales y poderosas “mafias” italianas, ahora globalizadas en el
reluciente negocio de armas y narcotráfico. Las grandes corporaciones financieras,
petroleras –Chevron por ejemplo- mercantiles, políticas, religiosas se esconden
tras fachadas de refinada tecnología, de ensordecedoras estructuras mediáticas
y de enorme poder de fuego militar o paramilitar. Los atracos financieros globales,
llamadas crisis económicas, son actos criminales porque frustran el bienestar y
condenan a muerte a la población desvalida;
muchos eligen el suicidio como escape al infierno de sus vidas.
El imperio encabezado por el gendarme mayor, EE. UU. después
de la caída de la URSS, ha demostrado con fehaciente eficiencia su rol en el
Nuevo Orden Mundial. Las fechorías criminales a nivel planetario son de refinado genocidio hitleriano. El destino
manifiesto esgrimido para justificar su tarea asesina, combina el bien con el
mal; el miedo y el valor; la riqueza y la miseria y la manoseada consigna de
libertad y democracia.
El análisis detallado de los Estados dado por Chomsky, aquí
resultaría largo y tedioso. Pero, si imaginamos una pirámide de los Estados criminales
y genocidas; la cúspide de ese triángulo la ocupa sin parangón, Estados Unidos;
el segmento alto y medio le corresponde a los súbditos de la OTAN. En los
planos inferiores y en la base están los fallidos, los mercenarios y los
forajidos. Estados del hemisferio occidental como Colombia y México, cuyos
portafolios aparecen en las revistas del dinero en señal de sus cercanías al
primer mundo, nadie duda de sus éxitos narcos con todos sus efectos colaterales
criminales. Tampoco su ubicación en la
pirámide está en duda.
El imperio ha creado sus propios injertos sacados de su misma
piel en los Países y regiones débiles política, económica y militarmente. Estos
han mutado a engendros que devoran cuanto a su paso se encuentre, incluida a su
propia matriz de donde provienen: Gobiernos, Instituciones, Patrimonios,
Culturas etc. Apelando a la hermenéutica para diferenciar entre revolucionario,
patriota, combatiente por la independencia, libertad, igualdad, democracia
verdadera; y grupo criminal que nace al amparo de los valores antes mencionados,
se han erguido como portaestandartes del consumo y la riqueza.
Los Think Tank del
Nuevo Orden Mundial crearon el miedo de proporciones apocalípticas. El 9/11 del
Wlord Trade Center es una cualificada y exitosa explosión de pánico global auto
infringido. Se debe recurrir a la semiótica de la palabra para que se codifique
en la conciencia colectiva, y se llamará de aquí en adelante: Terrorismo, y a
sus actores terroristas sin más distinción contra quien combatan o a quien
defiendan. Aquí cabe otra categoría: grupos mercenarios a órdenes de potencias
extranjeras; Colombia, El Salvador y otros Países de Centro América son buenos
proveedores de estos servicios. Entonces, el Plan está diseñado: existen los
recursos, las armas, los Países, y las victimas ahí están. Adelante con él.
Las prácticas de terror
en la lucha por la independencia, la libertad
y la autodeterminación de una Nación de las férulas imperialistas, de Estados depredadores, hegemónicos o potencia
extranjera son perfectamente legítimas. El
Estado de Israel tiene sus fundamentos de lucha, en la mitad del siglo pasado,
en el terrorismo sionista; su figura rutilante del terrorismo independentista
fue el precursor del actual Estado: Ben-Gurion. Hoy, es una grosera paradoja:
Israel portaviones del Imperio, es un baluarte “antiterrorista” en casa, pero tutor en otros territorios. Utilizar el terrorismo
como argumento para justificar las políticas expansionistas, dominantes y depredadoras,
es sencillamente un crimen universal.
Los Estados canallas,
criminales no pueden aportar más que dolor y muerte. Estados Unidos ha
enarbolado la bandera de crímenes y genocidios, destrucción, desánimo, anulando
cualquier esperanza en los pueblos, en nombre de prostituidas monsergas:
libertad y democracia. Afganistán, Irak, Libia, Siria; de África entran y salen
cometiendo crímenes abyectos; estas son
vividas realidades contemporáneas. Entonces, desear, emprender en la lucha por
la destrucción de ese monstruo es más que legítimo.
Es necesariamente urgente.
Los “combatientes” islamistas, yihadistas, daesh, Estado
Islámico etc., se han multiplicado por el mundo, cual enjambre; la coyuntura de poder en Medio
Oriente, en manadas o en solitario, ha permitido a estos grupos una oportunidad
inigualable para sus propósitos: enriquecerse y desbordar sus reprimidos
instintos vesánicos. Ya dijimos antes, estos grupos son salidos de
la misma piel del Imperio; y desde ese momento se vuelven despreciables, son
simples mercenarios: son grupos criminales al servicio de intereses
geopolíticos. Son una composición heterogénea de nacionalidades, concepciones
particulares de su fe religiosa, visiones distorsionadas de la realidad posmoderna,
falta de una estructura de Estado-nación, delirantes de una geopolítica trasnochada -Sueños del Gran Califato-;
visión pastoril del mundo y aberraciones infamantes de la sociedad. No puede
encontrarse una selección humana tan versátil para los propósitos del Imperio:
jóvenes, fanáticos, diestros en manejo de armas, dispuestos a morir por lo que
jamás comprenderán, faltos de educación, salidos de los callejones de la
pobreza, adocenados por una fe irracional por esencia y una doctrina
cosificante como es el Corán igual principio puede decirse de ese mamotreto
llamado Biblia para los cristianos. Este testimonio de un reportero que le tocó
presenciar en el frente de guerra en Siria es alucinante: los cadáveres
resultados de los combates, cuando los soldados del ejército sirio los
revisaban encontraban que la ropa interior de estos fanáticos era lencería
europea -bragas y brasiers (calzones y sostenes)-. La explicación y justificación
que daban los expertos era que más allá de su muerte, el paraíso los espera, en
consecuencia ahí estarán las doncellas, las ninfas y una corte celestial de
vírgenes para el eterno placer.
Independiente de su mundo libidinoso y angelical, son grupos
criminales porque carecen de objetivos políticos inmediatos, no existe la
noción de Estado, viven en la etapa tribal, no conocen la utilidad ni funciones
de las Instituciones modernas. En Libia fueron excelentes peones del Imperio en
la destrucción del País y muerte de Kadafi. Después de cumplida la misión
criminal, abandonaron ese lugar para instalarse en Siria. Resultado: Libia sigue
sangrando sobre sus ruinas. Luego se desplazarán dejando sus restos donde los
requieran los amos del mundo.